"Solo depende del momento, de la distancia que has recorrido y de lo que puedas imaginar que estás viviendo.
El niño vive con intensidad cada día. Ignora la magnitud de la vida. En cambio, todo lo que tiene entre sus manos es futuro. Esta ignorancia vital le permite ser feliz cada minuto, disfrutar de cada momento, ilusionarse con lo que tiene entre manos, pensar solo en lo que está viviendo.
El que obtuvo sabiduría con los años, ha aprendido a disfrutar con cualquier pequeño detalle y desgranar ese conocimiento en momentos de felicidad y satisfacción por todo lo conseguido y vivido. Esta conciencia del paso del tiempo, de todo su tiempo, le permite ilusionarse con cada nuevo minuto, reconocer su victoria, rememorar tantos hechos, buenos y malos momentos, hacer recuento y construir buenos deseos.
El que está en el camino, duda, tiene miedo, se pregunta cuánto trecho le espera, se arrepiente de algún paso en falso, se distrae pensando cuánto ha pasado y cuánto pasará. Y se pierde la vereda, la sombra de algunos metros, el sol que luce espléndido, las curvas que está siguiendo, las huellas del suelo, las manos que aprieta, el corazón que riega su ansiada existencia.
Todos somos niños, caminantes distraídos, y sabios, a medida que pasan los años. "
(Escrito de Sara)
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