lunes, 1 de septiembre de 2014

Sueños efímeros

Acabo de pasar como suelo hacer cada año por estas fechas 3 magníficas semanas de vacaciones. A mi regreso, con la mente despejada, llego cargado de energía y de nuevos propósitos. Los días de vacaciones me sirven para pensar un poco sobre mi vida en general, qué es lo que me gustaría conseguir idealmente en relación a mi vida en general que sería tener más tiempo libre, menos agobios cotidianos, tener más experiencias que me enriquecieran como persona junto a otras personas... pero creo que al final todos y cada uno de nosotros estamos sumidos en nuestra realidad, supongo que no difiere mucho tu realidad de la de tu compañero de trabajo o la de tu vecino. Yo en general estoy contento con mi vida aunque a veces pienso que es una vida sumida en cierta comodidad por aquello del miedo que hace que siempre te muevas en tu zona de confort. El miedo creo que ha sido una constante en mi vida, quizás por mi educación, quizás por mi forma de ser o por una mezcla de ambas. Siempre me ha acabado venciendo esa frágil seguridad en la que vivimos, mejor un trabajito sencillo pero "seguro"... aunque muchas veces en esas vacaciones sueño con otros proyectos como montar un pequeño negocio en el que quizás pudiera ser más dueño de mi tiempo (o no, quizás sería más esclavo, no sé..), bueno, siempre pienso en aventuras empresariales que nunca logro emprender porque al final me vuelvo a subir en la rueda del hámster y sigo dándole bien fuerte para que no pare hasta el próximo descanso. No sé si tiene algo que ver mi inconformismo con una reivindicación interna, propia, sobre nuestra forma de vida: nos levantamos, vamos al trabajo, volvemos a casa, pagamos nuestros impuestos,... somos mentes no pensantes en un sistema perfectamente válido para los seres mansos que somos, mejor siempre dentro del rebaño. Aunque muchas veces confieso que me cuesta estar dentro del rebaño no por considerarme nadie especial sino por resignarme a trabajar hasta los 70 para acabar cobrando una triste pensión (si es que llegamos a tener los de mi quinta o los que vienen atrás) y poder disfrutar de 30 días de vacaciones al año. En fin, que al final soy un pensador pero nunca paso a la acción. Me quejo pero no consigo cambiar nada, la inercia, la falsa comodidad, el miedo (al fracaso?) y también por qué no decirlo el no tener una vocación definida que apuntase a un camino completamente claro y centrado en una determinada actividad, todo al final hace que sea más fácil seguir la senda... aunque sinceramente ya me gustaría a mí tener la oportunidad de tener otro tipo de vida. En fin, sueños efímeros, mañana emprendo mi segundo día de trabajo después de las vacaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario