jueves, 27 de octubre de 2011

Ese difícil equilibrio entre tú y yo

Encargarse de uno ya es difícil. Yo a veces no me aguanto ni a mí mismo.
Más difícil es mantener un equilibrio entre tú y yo. En este equilibrio está lo que yo quiero, lo que tú quieres, lo que en realidad no quiero y no te digo y lo que en realidad tú no quieres y no me dices.
A veces no he sido lo suficientemente sincero conmigo mismo por intentar serlo contigo. O al revés. Y en ese momento pienso que lo estoy haciendo bien cuando en el fondo la estoy cagando porque traslado mi deseo hacia el tuyo y luego con el tiempo quiero hacerte pagar eso que en principio di sin esperar nada a cambio. Renuncio no de forma gratuita y todo por no decir en el momento lo que quiero y lo que no.

Difícil aprendizaje, difícil equilibrio, ese que existe entre tú y yo.
Las personas a veces nos dejamos y nos olvidamos por el otro, por ese al que creemos querer bien cuando lo que conseguimos al final del camino es no querer bien al otro y no quererse ni a uno mismo.
Deshaciendo el trabalenguas del lenguaje: quererse a uno mismo para querer al otro. Ser asertivo, que no es más que decir lo que uno quiere y lo que no quiere de forma natural.
El no quererse a uno mismo es un peso que proviene de alguna otra vida que vamos arrastrando y que nos supone un lastre que por algún motivo no soltamos o no queremos soltar. El error está en pensar que el otro nos va a resolver nuestras carencias existenciales. La tabla de salvación la tiene uno mismo bajo sus pies aunque a veces no la vea.
Soltar la mierda, perdón por la expresión, que llevamos dentro, es lo único que puede hacernos aprender realmente. Abandonar ese lastre, hoy y ahora mismo, en la cuneta de tu camino y convencerse de que una vez te has caído, no hay más que levantarse y tener presente que lo que en un tiempo has hecho mal no volverá a repetirse.
No fustigarse por los errores cometidos cuando has amado, bien o mal lo has hecho, no ha sido tarea de cobardes. Porque querer a alguien implica compromiso, sacrificio, inversión y de todo se aprende en esta vida, también de lo que no nos sale bien. Porque en los fracasos, dicen, está el verdadero aprendizaje.
Todos buscamos amar, ser amados y mantener ese frágil pero bonito equilibrio entre tú y yo.

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