En esta vida estamos para esto: para aprender.
Para levantarse después de cada caída, de cada hecho que nos hace sentir mal. Pero no todo es malo. A veces también tenemos éxitos personales, pequeños que dejamos pasar de forma desapercibida.
También debemos aprender de lo bueno. De todo eso que hacemos por nuestro compañero de trabajo, por nuestros hermanos y vecinos, poniendo una sonrisa en esas pequeñas cosas que día a día suman años.
Yo sigo creyendo en las personas, son las que hacen que la vida funcione. Es cierto que el mundo está lleno de gente mala, pero creo que este es un porcentaje mínimo, aunque se lleven la atención.
De la gente buena y lo hechos buenos, no se habla, porque parece que no aporta nada. Al contrario, aporta muchísimo más que un acto feo.
Cuando pensamos en que cada día le ponemos una sonrisa a las cosas y una cierta dosis de fe (que cada uno de vosotros llame fe a lo que quiera) entonces las cosas salen bien.
A pesar del día a día, de ese día a día que a veces es un tanto gris, yo intento ponerle la sonrisa porque la vida es como el mar, te devuelve lo que siembras.
De lo malo se aprende, de lo bueno deberíamos aprender también.
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